#34 Elemental, querido Watson

¿Te imaginas tener a Sherlock Holmes como alumno? ¿Te gustaría?

Para a reflexionar por un momento antes de seguir leyendo. Sí, nos referimos a Sherlock Holmes, el detective más famoso del mundo, creado por Arthur Conan Doyle. Este personaje sirve para utilizar como ejemplo ilustrativo una persona con luces y sombras, vamos a exponer someramente sus extraordinarias cualidades deductivas, a la vez que sus, no tan conocidas, debilidades.

Un genio imperfecto

Nadie puede negar que Arthur Conan Doyle dotó a Sherlock Holmes de una gran capacidad de observación y un extraordinario  razonamiento deductivo que le permiten ser capaz de resolver los casos más complejos. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.

¿Qué has pensado como  respuesta de nuestra primera pregunta?

Si eres fan del detective puede que hayas reflexionado acerca de otros de sus rasgos, si no, puede que hayas pensado. Sería genial tener alumnado en clase con el perfil del Sr. Holmes. Vamos a analizar un poco más en detalle su personalidad.

Además de por su sagaz forma de resolver crímenes, Conan Doyle humanizó al personaje con rasgos más mundanos. El detective es arrogante, frío emocionalmente, impaciente, demuestra repetidamente desdén por autoridad, un comportamiento antisocial, es muy desorganizado en lo que se refiere a su vida personal, es extremadamente egoísta enfocándose exclusivamente en sus investigaciones e ignorando las necesidades y sentimientos de los demás. Además, tiene problemas con el consumo de drogas que utiliza para combatir el aburrimiento y estimular su intelecto.

Por otro lado, aunque como en “El intérprete griego”  se menciona que es capaz identificar hasta 140 tipos de cenizas de tabaco diferentes,   en “Estudio en escarlata”, Watson se asombra de que Holmes desconozca que la Tierra gira alrededor del sol. Para Holmes, este dato era irrelevante, pues no aportaba nada a su labor profesional.

¿Y ahora? ¿Te gustaría?

La contradicción entre su brillante mente deductiva, sus lagunas en cultura general y su difícil personalidad nos permite poner el foco en aquellos perfiles de alumnos que aunque pueden no ser académico brillante, incluso ser tremendamente disruptivos en el aula, pueden tener un futuro prometedor por delante.

Un perfil con potencial

En educación secundaria, no es raro encontrar alumnos desinteresados en lo teórico, pero brillantes en lo práctico. Este tipo de estudiante puede mostrar habilidades excepcionales para resolver problemas, aplicar lógica o innovar en situaciones reales, pero, al mismo tiempo, tener dificultades en materias tradicionales.

Nuestros estudiantes a menudo descartan aquello que no consideran relevante para su futuro y lo que debemos tratar de potenciar. Nuestra labor como docentes es descubrir, orientar y potenciar esos talentos ocultos, pero también es dar una formación básica y educar en valores tratando de minimizar rasgos potencialmente negativos que eclipsen el verdadero potencial de nuestro alumnado. Reruerda que trabajas con personas, y que cada una “es un mundo“.

¿Cómo deberíamos enfrentar este reto?

Los docentes deberíamos poder:

  1. Identificar talentos singulares: Habilidades concretas que deberían ser potenciadas en cada alumno.
  2. Fomentar el pensamiento crítico: Impulsar a resolver problemas reales aplicando la lógica y los conocimientos impartidos en el aula..
  3. Trabajar las carencias: No todo es relevante a primera vista, a veces hay que ayudar a encontrar conexiones con sus intereses.
  4. Valorar el conjunto: Aceptar las imperfecciones y potenciar lo mejor de cada alumno es el verdadero desafío.

Conecta los puntos

Los alumnos no son perfectos, tampoco nosotros. Convivimos muchas horas con ellos y debemos ser capaces que de esa convivencia nos expriman al máximo y extraigan valores y conocimientos útiles para su futuro. No solo académicamente, sino también personalmente e incluso que lo puedan hacer profesionalmente en el futuro.

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P.D. La famosa frase “Elemental, querido Watson” nunca fue pronunciada por Sherlock Holmes en los libros de Arthur Conan Doyle. Aunque se asocia estrechamente con el personaje, en realidad no aparece en ninguna de las obras originales.

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