#67 1998

Diciembre. Metro de Bruselas, viernes noche

Parada de Madou rumbo a Midi. Línea 2.

Unos amigos vienen de visita y he quedado con ellos en la estación de Midi.

Lejos del bullicio y el gentío de primeras horas, cuando subo al metro está casi vacío.

Mi vagón, completamente vacío.

Solo 6 paradas y 10 minutos me separan de mis amigos.

Primera parada: Art-Loi/Kunst-Wet. Sube un hombre de aspecto raro al otro extremo del vagón.

Pienso: “Bueno, está vacío y está al otro extremo, seguro que no interactuamos”.

Sin embargo, él levanta la cabeza, mira a su alrededor y se acerca.

Ahora en el vagón somos 2.

Su decisión: sentarse en el asiento contiguo al mío.

Comienza a hablarme.

  • Hombre: Hallo! (Traducción: Hola)
  • Yo: I don’t speak Flemish (Traducción: No hablo flamenco)
  • Hombre: On peut parler Français (Traducción: Podemos hablar en francés)

Le entiendo, pero tampoco hablo francés.

  • Yo: I don’t speak French (Traducción: No hablo francés)

Pienso que voy a conseguir no interactuar con él. Juzgar a alguien por una primera impresión no es lo correcto, pero inconscientemente todos lo hacemos. Su aspecto no me da confianza.

Él insiste.

Se ve que el flamenco y el francés le resultaban más cómodos, pero pasa al inglés.

  • Yo – I don´t speak English (Traducción: No hablo inglés)

Por mi cabeza pasan ideas. Entre ellas, recuerdo pensar: “Qué facilidad para los idiomas tienen aquí”.

Aunque en inglés puedo interactuar con él perfectamente, decido decirle que tampoco sé hablar mucho inglés.

Él, persistente, sigue hablando. Parece intuir que en inglés, por lo menos, voy a entender preguntas básicas.

Las paradas van pasando.

Me digo a mí mismo: quedan menos de 5 minutos para bajarme. Ya llegamos.

Mientras tanto, sigo hablando con él y con nosotros no sube nadie.

Lo siguiente que me pregunta:

  • Hombre – Where are you from? (Traducción: ¿De dónde eres?)

Sabe que eso lo voy a entender.

  • Yo – From Spain (De España)

Sorpresa. Se alegra.

Cambia una vez más de idioma. Ya es el cuarto.

Es capaz de chapurrear español lo suficiente como para tener una breve conversación.

Ahora ya no puedo escapar a la conversación.

  • Hombre – ¿De dónde eres? —Insiste.
  • Yo – De España.
  • Hombre – Sí, pero ¿de dónde?
  • Yo – Del norte de España.
  • Hombre  – Sí, pero ¿de dónde?

No entiendo su insistencia.

  • Yo – De una ciudad pequeña del norte de España.

No entiendo el  porqué aún, pero él insiste.

Soy de Palencia, una ciudad que a muchos españoles les cuesta ubicar en el mapa.

Oh, sorpresa. La conoce. No solo la conoce, sino que ha estado.

Su actitud de indagador cambia, parece guardar cierta nostalgia.

Comienza a decirme que aprendió español allí cerca. Ha encontrado una conexión conmigo que no esperaba inicialmente. Ahora, en vez de preguntar, me cuenta su historia.

El español lo aprendió hace mucho tiempo, pero lo sigue “chapurreando”.

  • Yo – ¿Dónde aprendiste español?

Por alguna razón, me contesta diciéndome antes un año: 1998.

Un número de 4 cifras que le cuesta verbalizar en palabras (Mil novecientos noventa y ocho en francés se dice mille neuf cent quatre-vingt-dix-huit. En flamenco, duizend negenhonderdachtennegentig).

Decide escribirlo en el vaho de la ventana.

En ese momento, completa la historia: “En ese año salí de la cárcel de Palencia. Allí aprendí español.”

Parada de Halleport.

Me dice “perdón” varias veces y se despide.

Doy vueltas a lo que acaba de pasar.

Siguiente parada: Midi. Fin del trayecto.

Me bajo y voy a buscar a mis amigos.

De la realidad al aula

Esta historia demuestra la capacidad que tienen los idiomas de aproximar a las personas consiguiendo incluso vincularlas debido a un pasado común. Sin un idioma compartido, la anécdota no sabremos con hubiera sido, pero hubiera sido diferente, seguro.

Además, ¿Qué me dirías si te dijera que en la cárcel de Palencia, en 1998, había únicamente dos ciudadanos belgas, y que en ese momento residían en Palencia 80.000 personas, de las cuales solo 60 vivían en Bruselas? ¿Cuál sería la probabilidad real de que ocurriera esta coincidencia? ¿Consideras que una aproximación como esta a un problema de probabilidad podría motivar más o menos al alumnado enfocándolo de este modo?

Las coincidencias existen

Por otro lado, hay que tener en cuenta que veces a lo largo de la vida hay coincidencias inverosímiles, también durante el proceso de oposiciones. Hablas de un determinado centro, no lo dominas en detalle y resulta que algún miembro del tribunal lo conoce de primera mano. Ibas justo de tiempo y has decidido completar tu Programación Didáctica con materiales de internet. Resulto que el autor de estos es un miembro del tribunal.

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