Lo primero que queremos hacer en este post es agradecer a Rafael por su profesionalidad, su mensaje y su trabajo bien hecho. Gracias a él este post está basado en una historia real. Muchas gracias por avisarnos y hacernos llegar la cartera intacta.
Era junio. La PAU había convertido a segundo de bachillerato en un hervidero de nervios contenidos.
Actuando como profesor acompañante en la universidad, fuera de nuestro entorno, iba comprobando que todo estuviera en orden, asegurando de que ningún estudiante se sintiera perdido en ese laberinto que es la selectividad.
Y entonces, en mitad del caos organizado…
Mi cartera había desaparecido.
Revisé el coche. La mochila. Volví sobre mis pasos por las aulas. Pregunté en la conserjería de la universidad. Nada. Daba la sensación de que alguien la hubiera cogido aprovechando el tumulto y que mi concentración estuviese en otra parte.
“Me la han robado”, concluí. Con esa certeza llegó todo lo demás.
La frustración, la rabia contenida, esa sensación amarga de vulnerabilidad que te invade cuando alguien te quita algo que es tuyo.
Pero había estudiantes que necesitaban atención. Así que respiré hondo, me resigné y seguí adelante. “Ya aparecerá. O no. Si no aparece, vaya lata, denunciarlo y rehacer toda la documentación…”, pensé, con ese pragmatismo forzado que adoptamos cuando no tenemos más remedio.
Dada por perdido
Meses después, cuando el calor sofocante del verano dio paso al primer fresco del otoño, nos llegó un mensaje a Opositiva. Pensábamos que era un mensaje más de alumnos o interesados en nuestros cursos, pero no.
El mensaje: “…en el salón de actos hemos encontrado una cartera con documentación y dinero…”
La cartera.
Completa. Intacta. Con las tarjetas, el dinero, los documentos. Todo exactamente donde debía estar. Donde, en realidad, siempre había estado.
Nadie le había robado nada. Solo se había caído y permanecido inmóvil en medio del caos de aquellos días. Pero durante meses había vivido con la convicción de haber sido víctima de un robo que jamás ocurrió.
A veces, lo que creemos perdido nunca se fue realmente. Solo quedó oculto en algún rincón de nuestra propia confusión.
Ilusiones ficticias
Cuando llegó el mensaje de la universidad, no dudamos en que incluiríamos esta historia en nuestro blog para reflexionar sobre las oposiciones de secundaria.
Crees que “te han robado” la oportunidad porque otro opositor expuso mejor.
Piensas que “te robaron” tiempo porque la vida se interpuso con sus urgencias cotidianas.
Sientes que “te robaron” la suerte porque el tema que peor llevabas fue precisamente el que te tocó o ni siquiera cayó.
Pero muchas veces, lo único que perdiste no fue externo. Fue interno.
Perdiste la calma. La confianza. La paciencia. La perspectiva necesaria para ver que el camino sigue ahí, esperando.
Y al igual que aquella cartera, todo eso puede recuperarse.
En Opositiva tratamos de ayudarte a sobreponerte a estas situaciones y que aprendas a cómo adaptarte si es necesario.
No es que el mundo conspire contra ti. A veces, confundimos los hechos.
Error transformado
Preparar una oposición es una carrera de fondo donde el mayor rival eres tú mismo ¿Por qué? Porque si tu tema no sale, a muchos más les habrá pasado lo mismo pero debes ser de los que están preparados para adaptarse. Si la parte práctica es difícil, no lo será solo para ti, lo será para todos. Motivo por el que no debes desfallecer y seguir adelante.
No se trata de encontrar culpables de lo que no salió como esperabas. Se trata de asumir el control de lo que puedes mejorar, transformar y pulir.
Como docentes, debemos aprender a reconocer estas situaciones y sobreponernos a ellas.
Y eso se aplica tanto a tus futuros alumnos como a ti mismo mientras preparas estas oposiciones.
Lo perdido
El día que llegó el mensaje a Opositiva, no solo recuperamos los documentos y el dinero de la carpeta.
Recuperé la fe pérdida durante esos días.
Recuperé la sonrisa.
Y pensé, que en muchas ocasiones, el tiempo te devuelve lo que dabas por perdido.
Piensa que quizá no la conseguiste en la primera convocatoria. O en la segunda. Quizá ahora mismo sientes que alguien o algo te la “robó” cuando estabas tan cerca.
Pero cada intento te deja algo que antes no tenías.
Conocimiento sobre el proceso, experiencia real en el formato del examen, serenidad ante la presión, claridad sobre qué funciona y qué necesitas mejorar.
Y tarde o temprano, si sigues caminando, si no confundes un tropiezo con un robo, la plaza aparecerá.
Como la cartera, tu plaza está esperando pacientemente a ser encontrada. No obstante, para que no tengas que tener una paciencia infinita aquí está Opositiva que te da información y recursos útiles para que no todo lo tengas que basar en tu experiencia personal.
El camino
En Opositiva creemos firmemente en algo que hemos visto confirmarse una y otra vez.
El esfuerzo inteligente dedicado a la preparación de la oposición no se pierde.
Lo que hoy parece un robo cruel del destino, mañana se revela como una preparación necesaria. El conocimiento sedimenta, se trabaja la resiliencia y se ve todo con mayor claridad. A veces las cosas no salen como se espera, pero hay experiencias que no se pueden adquirir de otra manera.
El camino de la oposición no te quita nada fundamental. Te prepara para recibir mucho más de lo que imaginabas cuando empezaste.
Porque cuando finalmente consigas esa plaza, no solo llegarás con un título. Llegarás con cicatrices que te hicieron más fuerte, con lecciones que te hicieron ampliar tus conocimientos, con más paciencia. Llegarás habiendo adquirido muchas herramientas que te harán mejor docente.
¿Quieres empezar tu camino?
En Opositiva te acompañamos para que cada tropiezo se convierta en aprendizaje, cada pausa en reflexión, y cada intento en un paso más cerca de tu plaza.
Porque solo necesitas encontrar lo que siempre estuvo ahí, tu capacidad de conseguirlo.
